American Apparel se va a la mierda (o el fin de la era hipster)

Hoy voy a confesar que estoy algo cansado y que hay comercios que me gustaría que se fueran a pique. No creo que se trate de una desviación inhabitual. Seguro que tú también lo has deseado. Son sitios que odias y punto. Por ejemplo, admito que le deseo lo peor a Zara porque sus tiendas en el centro de Barcelona huelen literalmente a mierda. Parece que hayan saboteado la tubería de las aguas fecales, y las heces de sus propios empleados se filtren por las ranuras de los techos falsos y las grietas del Pladur. ¿Cuántos Starbucks, cafés veganos y tiendas de cold pressed juices habré imaginado ardiendo? Quién pudiera llamar a Galactus, crear un agujero de gusano y enviar todos los stores de Desigual al otro extremo del cosmos, ¿hum?  

Desear la extinción de un comercio es esencialmente horrible, pues antepones tus obsesiones a la supervivencia de unos pobres empleados que no tienen la culpa de nada. Pero cuando estás poseído por el frenesí diabólico de odiar a hierro una tienda, unas cuantas vidas destrozadas parecen un precio asumible. Digo esto porque algunos habréis acartonado el calzoncillo al enteraros de la noticia de que American Apparel se ha declarado en concurso de acreedores y languidece asfixiada por una deuda paquidérmica (300 millones de dólares nada). No os sintáis mal si habéis notado una punzada de jolgorio, relajad vuestra conciencia: no hay otra red de tiendas que merezca un mayor hostiazo de realidad que ésta.

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Lo de American Apparel roza el delito. No hay día que no salga de la tienda de la calle Avinyó sin preguntarme por qué esta marca toma por gilipollas a sus clientes. Me convenzo de que sus fans se sienten de fábula pagando bragas de mercadillo transilvano a precio de farlopa. Camisetas de tirantes que no soportan más de dos lavados y son más caras que un cuchillo de porcelana japonés. Leggins plateados que revientan al tercer cuesco y no seducirían ni a la hija ilegítima de Farruquito. American Apparel es un Bershka para hipsters con precios inflados hasta lo imposible. Compras ropa de una calidad inferior al papel de fumar, de un diseño básico que solo pasaría el corte en la Escuela de Moda de Stevie Wonder, y la pagas como si hubiera tenido que cruzar la frontera de México-Estados Unidos camuflada en paquetes de café.

Me convenzo de que sus fans se sienten de fábula pagando bragas de mercadillo transilvano a precio de farlopa

American Apparel es un reflejo de la esquizofrenia del coolness. La clave de su encumbramiento reside en las planicies cerebrales del modernillo, un animal proclive a ser engañado por listillos como Dov Charney, el fundador de la marca. Charney tuvo una visión: el sexo aceitoso adolescente, la rebeldía barata y la falta de higiene vuelven locos a los modernos. De ahí que las campañas publicitarias hipersexuales, cerdísimas y casi ilegales de American Apparel hayan sido el verdadero activo de la marca, muy por encima de la ropa de mercadillo choni cool que manufactura. La gente que compraba American Apparel cuando American Apparel era guay compraba sus anuncios puercos, no sus trapos. Compraba esa estética neo kitsch “Edad Legal” a medio camino entre “Kids” de Larry Clark y “soy una perra adolescente, desayuno speed a diario y escucho Grimes mientras me hago un dedo delante de tus putas narices”.

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¿Qué ha pasado para que esto se hunda? Casi todas las revistas de tendencias que antes le reían las gracias a Charney ahora achacan el crepúsculo de la marca a los escándalos sexuales del patrón. En la era de la corrección política, queda bien decirlo. El viejo Charney, que fue relevado de su cargo en junio de 2014 por el Consejo de Administración a causa de su lúbrico estilo de vida, tiene una biografía del copón. Se dice que quería beneficiarse a toda costa a sus empleadas y le cayeron denuncias por acoso sexual; se paseaba en pelotas por el despacho; se jactaba de tener la oficina cerca de un strip club, lugar donde reclutaba a sus modelos de prueba; se presentaba a reuniones de trabajo en tanga; no escatimaba en expertas feladoras que acudían a los abismos de su mesa siempre que le picaba la entrepierna. He llegado a leer que recibía a sus nuevos fichajes, todo amazonas despampanantes de veintipocos, con un vibrador en la mano. Diablos, la periodista Claudine Ko asegura que durante una entrevista en el 2004, ¡el freak acabó pajeándose delante de ella como si fuera un simio!

De acuerdo, Charney se montó el timo de la estampita para follar lo que no está escrito a costa de la ingenuidad modernilla. Es un machista vicioso y solo por su pinta de actor porno setentero ya merecería ser lanzado a una piscina de pirañas. Pero la causa de la debacle no es él. Por mucho que los nuevos mandamases intenten relanzar y limpiar la imagen la marca, American Apparel ya está acabada, enterrada, se la pasó el arroz: el moderno que antes la amaba ahora la aborrece. Y contra los antojos de la raza cool no hay nada que hacer. De nada servirá edulcorar su publicidad teen porn; de hecho, esta decisión acabará por hundir definitivamente American Apparel, pues su mayor atractivo era precisamente ese componente transgresor para modernillos viciosos. Insisto en el tiempo pasado: era.

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El odioso look Terry Richardson, con lolitas zorreando semidesnudas embutidas en calentadores y críos que parecen cepillarse la dentadura con heroína, quizás impresionaba diez años atrás, pero en 2015 es el recuerdo fosilizado de guarreo púber que ha perdido la robustez de su erección a medida que lo hipster se ha ido diluyendo en el torrente mediático. El hundimiento de American Apparel, más allá de polémicas, discurre sospechosamente en paralelo al pudrimiento irreversible del concepto hipster. Ambos han reventado al unísono, describiendo una curva decreciente de interés que ha ido desde lo más alto a lo más bajo. Quizás, la sentencia de muerte de American Apparel fue precisamente que el hipster convirtiera la marca en su patrocinador oficial. Lo cierto es que esta dulce bancarrota pone al descubierto las costuras del mundo de las tendencias: absurdo, volátil, sujeto a los caprichos de un público mongoloide y, como hemos visto con Charney, dominado por personajes megalómanos, histéricos, peligrosos y más viciosos que Nerón.

Una empresa dirigida por un chalado que consiguió vender ropa basura a precio de caviar iraní a toda una generación de modernas

Afortunadamente, aunque el objetivo del nuevo Consejo de Administración es culpabilizar al cipote de Charney, suavizar la imagen de la escudería y reducir deuda como alma que lleva el diablo, American Apparel ya no será tan grande y tan molona como antes. Vaticino que acabara bajando sus precios para convertirse en la marca favorita de unos cuantos swaggers adictos al pegamento y algunos hipsters rezagados que no se han enterado de nada. No descarto que desaparezca en menos que canta un Gallagher. No obstante, su increíble reinado queda para la historia como el triunfo de una empresa dirigida por un chalado que consiguió vender ropa basura a precio de caviar iraní a toda una generación de modernas. Su caída, por otra parte, es ni más ni menos que el acto final de la era hipster, un concepto agonizante que necesitaba que alguien lo desenchufara del respirador artificial: por suerte Charney pasaba por ahí. En tanga. Con un vibrador en la mano. Gracias, tío.

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5 comentarios
  • Pierre Roca
    octubre 13, 2015

    Parece evidente que «American Apparel» y otras marcas de ropa no son de tu agrado. Hasta aquí muy bien.

    Lástima que para decirlo uses un lenguaje prefabricado a base de píldoras pilladas aquí y allá. Quien compra bragas en esa tienda de nombre anglosajón es posiblemente un débil mental pero tú mismo -sé honesto contigo mismo y reconócelo- no le andas a la zaga.

    Supongo que es parte de tu negocio. Tienes que escribir así para mantener la aureola de más moderno que nadie, más crítico que nadie, más repelente que nadie. Por todo ello es posible que te inviten a no pocas copas, a alguna comida o cena a base de hamburguesas sofisticadísimas y que te regalen ropa y monturas de gafas cantonas. No te envidio, la verdad. La existencia nos lleva a menudo a tragar cosas innombrables pero tú, además, alardeas de ello.

    Una pena. Dime donde escribes para evitarte cuidadosamente.

    Sin rencor…

    Pierre Roca

  • alfonso
    octubre 15, 2015

    Leí las 20 primeras lineas y me detuve a pensar…por qué estoy leyendo a este tio? Es que casi me revientas la cabeza usando comparaciones como forma literaria. La culpa no es de American Apparel (que por cierto no sé si sabrás que es de las pocas empresas que se puede jactar de pagar un sueldo digno a sus empleados) sino de gente como tú que va escribiendo en blogs sobre modernos y hipsters poniendolos a parir y al lado pones una foto de tu jepeto con una pinta de ser el ultimo de ellos,que por cierto reniega de serlo porque es mainstream. ja! Que ya no mola ser hispter porque es muy mainstream? que haces ahora tio? escuchas metal? o dinos que musica te gusta?. El flamenquillo?…no sé….porque es que los modernos no sabéis otra cosa que hablar mierdas de los otros modernos en blogs que no lee ni su puta madre y que yo, culpable soy yo, de abrir con un click solo por la noticia de que AA está en concurso de acreedores. Ahora me voy a ir a verificar la noticia por ahí en algún otro lado pero no sin antes pedirte que te dediques a otra cosa,que ya intrusismo hay mucho en el rubro machote. Hala, a ver peliculas de Tarkowski!

  • Las Percas
    noviembre 24, 2015

    Pues yo debo de estar haciendo las cosas muy, pero que muy bien, porque resulta que en mi vida había oído hablar de esta puñetera marca, hasta que he venido a caer en este sumidero. ¡Estoy encantado de haberme conocido!

  • Las Percas
    marzo 2, 2016

    ¡Fastuoso! Aquí, los comentarios se publican más o menos a los tres meses de haberse emitido. ¡Otro signo inequívoco de «coolismo»! ¿Por qué no habré yo conocido antes este blog, dios mío…?

  • August Mahara
    marzo 11, 2016

    En la segunda foto, la que está con la cerveza levantando una pata mientras se tira un pedo… ¡Mmmmmm…! ¡Casi me llega el aroma a Cantábrico de su almeja a través de las bragas! ¿La conoces, Broc? ¿Es de la familia…?

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