Estrella contra Mahou: ¿qué anuncio es más odioso?

Los españoles no sabemos dosificar las cosas que funcionan. Un buen día, un publicista, quién sabe si atiborrado de alucinógenos experimentales, decide conjugar música folk saltarina, modelos guapísimas, hipsters torneados, buenrollismo mediterráneo y una playa maravillosa para anunciar Estrella. Mediterráneamente se convierte en mi palabra más odiada, pero España se vuelve loca. La cancioncilla es el hit del verano. El ciudadano patrio, agriado por la crisis, obligado a pasar las vacaciones en el bar de abajo porque no tiene ni para parchear el balón de playa, ansía ese chute de endorfinas, luz, escapismo… Y en esas estamos desde hace más de un lustro.

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Cuando llega el buen tiempo, el televisor comienza a vomitar grupos de veinteañeros saludables, semidesnudos, atrapados en un bucle de felicidad tan intenso que produce náuseas, cual infrasonido. El marco: un bofetón mediterráneo de calas, aguas cristalinas y arena rubia que se repite cada temporada. Podría ser el comienzo de “Scary Movie 7”, pero no. El miedo es real.

Porque resulta que cada año el público espera con ansia la llegada del nuevo spot de Estrella Damm y su tonadilla folkie. Es una tradición enquistada. A la altura del anuncio de la Lotería de Navidad. Y juega con la mente de los que están al otro lado. La llegada del spot es el anuncio oficial de ese cambio de chip tan ansiado por los españoles que dibujamos pollas en un Post-it desde mayo: jornada de 8 a 15h, bermudas y sandalias, siesta con porrito, cervecitas por la tarde, happy pachanga.

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Este año, igual que el anterior, la marca ha aplicado un barniz arty a sus manolas mentales: el anuncio sigue impregnado de un buen rollo urticante, pero, oh, nos llega en forma de cortometraje cool, como le gusta a la gente moderna. Con actores y directores de renombre involucrados en un híbrido entre spot y proyecto de fin de curso de la alumna más hipster de la ESCAC.

Un híbrido entre spot y proyecto de fin de curso de la alumna más hipster de la ESCAC.

El artefacto de este verano es un cúmulo de tópicos que pone de mala baba. Un actor francés amargado y hosco (Jean Reno) encuentra la felicidad de las pequeñas cosas gracias a una catalana pizpireta (Laia Costa) que le descubre la auténtica joie de vivre en una reunión de colegas hipsters en una calita, con sus moluscos, sus risitas, su guitarrita, su folk y sus botellines. Y luego un suquet. Y venga azúcar por todas partes. Toneladas. Es imposible que no algo así no te provoque caries cerebral.

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No hay nada más pretencioso que la publicidad con mensaje, sobre todo cuando el mensaje es tan pegajoso. Esta parafernalia se me antoja surrealista en plena era del Caos post Burbuja, pues enfrenta a una España hundida hasta la quijada en la mugre a una España feérica, de postal, donde la gente es asquerosamente feliz. Estrella como único néctar para acceder a esa dimensión. Un millón de visitas. Un millón de personas nos hemos tragado los dichosos 15 minutos de corto. Nunca la viviremos en nuestras carnes, pero al menos podremos bebernos esa felicidad en La Sureña del Raval, 35 grados a la sombra, como si no hubiera mañana. Mediterráneamente, eso sí.

Lo de Mahou también es de frenopático clandestino. Sus campañas televisivas intentan hacernos creer que su cerveza es la que beben las celebrities más auténticas de este país. Gente que ha triunfado desde abajo. Pero hay un problema: los publicistas no tienen ni puta idea de lo que pasa ahí fuera. Solo así se explica que Mahou haya identificado como balizas generacionales a mamíferos tan dudosos como Leiva, Iker Casillas, Dani Rovira, Bimba Bosé o David Muñoz.krysten-ritter-eyeroll-seriouly

Para el verano que nos contempla, el eslogan “Todos tenemos una caña pendiente” apela a un sentimentalismo de primero de la ESO. Esta vez han recurrido a los tipos del Hormiguero y a su asombrosa capacidad para soltar gracietas sin el menor atisbo de éxito. Hay por ahí unos actores que recuerdan batallitas de sus duros comienzos –siempre con la Mahou presente-, pero da igual porque no conoces a la mitad y te importa un comino lo que dice la mitad que te suena de algo. Ves a los restos de Martes y Trece balbuceando viejas batallitas. ¡Parece el anuncio navideño de Revilla, diablos!. Lo de Estopa y los Chichos me suena a disco rallado del 2003. El Niño Torres…

Con Mahou me pasa algo realmente curioso. Soy muy fan de su cerveza. Una caña corta y bien tirada de Mahou es insuperable, pero cada vez que veo al equipito de famosos de la escudería haciendo el panoli, apelando a la nostalgia, el efecto es radicalmente disuasorio. En cuanto pienso en las conversaciones ridículas que mantienen las celebrities, la fresca y cremosa Mahou se torna orín canino en mi cerbero. Prefiero entregarme a una metralleta de chupitos Schnapps. Han conseguido que la odie.

¿Qué se ha hecho de los viejos anuncios de cerveza que ensalzaban el espíritu cavernario de la cultura discotequera española?

¿Qué se ha hecho de los viejos anuncios de cerveza que ensalzaban el espíritu cavernario de la cultura discotequera española? Hablo de la época de “Mahou 5 estrellas para gente 5 estrellas”. Anuncios protagonizados por adolescentes salidos que intentaban ligar en la pista de baile con chicas escondidas bajo crepados intergalácticos. Adónde ha ido a parar ese kitsch que tan bien supo atrapar Skol en los 80?

Imaginad por un momento que Estrella, en un giro realista inesperado, se dedica a ofrecer la ora cara de las localidades costeras que utiliza como escenario de sus cuentos de hadas. Grupos de adolescentes vomitado en la acera de Magaluf. Morreos colectivos en una playa llena de basura de Lloret. Me gusta pensar que un día tanta felicidad hipster implosionará; entonces, veremos anuncios reales para gente real.

Anuncios con swaggers armados de litronas, gente escupiendo su birra caliente en un festival de música, tipos que se jincan una mediana a las 8 de la mañana con el bocata, esa latita tibia en la piscina de municipal de Torrelodones mientras los críos saltan de un trampolín de 8 metros de alto, pero te la suda todo. Anuncios de cerveza con calvos, enanos, jorobados, seres contrahechos… Hasta que esto no ocurra, no me quedará otra que seguirme tomando estos spots como guantazos a mi inteligencia. Siempre nos quedará Jäger para volver a la realidad.

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5 comentarios
  • Albert
    junio 16, 2016

    Totalmente de acuerdo, el anuncio de cervezas La Brava le dio un buen bofeton a estas multinacionales que pagan impuestos en Panamá, pinta que en breve sacaran su spot de verano basada en la realidad de los que somos terrenales y ni sabemos que es de las vacaciones porque tenemos trabajos con contratos basura….

  • Marc
    julio 14, 2016

    Rayado se escribe con «y». Buenas tardes.

  • Santiago
    julio 14, 2016

    Este es peor:

    https://m.youtube.com/watch?v=_YRG1SMQIkE

    No es de cervezas, lo sé, pero por alguna extraña razón me reconcilia con la figura del Unabomber.

  • Marc
    julio 14, 2016

    Rayado se escribe con «y». Buenas tardes

  • dani
    febrero 2, 2017

    afortunadamente, ya no nos sodomizan con los anuncios de Estrella por la tele, tienes que ir a Internet. Perfecto. Aunque sean más casposos, prefiero los de Mahou!

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