Contra el dictador del aire acondicionado

Hace un calor que te torras. La oficina produce vapores venenosos y hiede con más intensidad que la habitación de hotel de Gerard Depardieu. Eau de callos como ambientador, humaredas sobaquiles manchando las paredes como escupitajos de sarro, ascazo máximo intensificado por los que han perdido la arcaica costumbre de ducharse cada mañana… El vestuario de los Denver Broncos después de un partido con prórroga se antoja un enclave mucho más acogedor y respirable.

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La canícula te pone a prueba. Y hurga. Y hurga. Llevas horas dibujando pollas en un Post-it y contando los bleeps de la fotocopiadora. Matarías por tener una piscina inflable y solo puedes rociarte el cogote con agua fecal Edén. Pero cuando parece que tu organismo se ha adaptado a tan hostiles condiciones, como el marine que acaba cogiéndole el gustillo a las torturas de sus captores y abraza el dolor, se produce una ruptura del continuum sudoríparo y un chorro de aire helado te propina la hostia padre. Te descoloca. No te concede ni un segundo para adaptarte al nuevo orden.

Hemos pasado de Qatar a Laponia en un tris, y durante las décimas de segundo que tardan tus amígdalas en adquirir el volumen de un melón cantaloop, justo antes de sufrir un colapso por hipotermia, detectas al culpable. El cabronazo de siempre… El dictador del aire acondicionado ha vuelto.

El dictador del aire acondicionado es un terrorista medioambiental que se encuentra en todas las oficinas de España

 

El dictador del aire acondicionado es un terrorista medioambiental que se encuentra en todas las oficinas de España. Habitualmente, es el ser más mezquino del trabajo. Una serpiente que repta con sigilo en pos del mando a distancia. Una vez lo ha atrapado, ya nadie podrá arrebatárselo. Desde ese momento, el mando será más difícil de encontrar que el Arca Perdida. Se habla de especialistas que se lo introducen en el recto para evitar el hurto. Comadrejas.

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El dictador del aire acondicionado además, es un bicho débil que a las primeras muestras de calor, convierte la oficina en una nevera industrial. Lo hace sin medias tintas, sin conceder un mínimo proceso de adaptación al sistema inmunitario del compañero. El puto Mr. Freeze, además, tiende a hacerte sentir culpable si le pides que suba la temperatura. Te ridiculiza ante tus compañeros. Da igual que media oficina vaya con rebeca en julio, el tipo te dirá que la mayoría manda. Es una áspid muy astuta. De hecho, cuanta menos conversación le des mejor, como al diablo.

 

Al dictador del aire acondicionado nadie le ha concedido el liderazgo. Sin embargo solo unos locos se atreven a ponerlo en entredicho. Para este golpista, la democracia es una compresa sucia arrojada en una cuneta solitaria. Cuando asume unilateralmente la gestión de la climatización del entorno laboral, no se apodera de un simple mando a distancia: se apodera del cetro imaginario de la oficina, se convierte un cacique con guantelete de hierro. Y sus compañeros de trabajo le temen. Le piden que baje el frío con la boca pequeña, pero vuelven entre sollozos a su cubículo: a congelarse, por gilipollas.giphy-5

Cual Caminante Blanco, el dictador del aire acondicionado se sabe invencible pues trae el invierno consigo. Si le robas la última chocolatina de la máquina, tendrás que soportar ventiscas de escarcha toda la tarde sobre tu coronilla. Si le haces un comentario ácido sobre su apestosa camiseta Desigual, activará la salida de aire más cercana a tu sitio, la pondrá a 16 grados en modo chorro y no apretará el Off hasta que tu pescuezo parezca un cacho de lomo ibérico nitrogenado. El cetro del aire le embriagará tanto que su arrogancia, contenida a la mínima expresión en los meses de frío, se disparará hasta lo indecible en verano. Por fin es alguien. El aire acondicionado hace grandes a hombres muy pequeños y fabrica Franquitos antárticos borrachos de poder.

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El aire acondicionado hace grandes a hombres muy pequeños y fabrica Franquitos antárticos borrachos de poder

¿Tendremos que aguantar durante mucho más tiempo esta tensión laboral bajo cero? El aire acondicionado solo trae miseria a las oficinas. Es un foco de conflictos. Se convierte en el catalizador de todos los jugos biliosos de un verano achicharrado en el curro, junto a 30 personas que sudan y apestan como tú. Hablo de un detonador letal: en cuanto el cacique lo acciona y sus entrañas comienzan escupir aire helado, se activa una engranaje de odio y resentimiento; se forman clanes; se conspira; hay escaramuzas, broncas, discusiones, conatos de magnicidio contra el dictador (Tipp-Ex en el café, esas cosas).

No digo que se prohíba el uso del aire acondicionado en el trabajo, nadie quiere que la oficina se convierta en un estercolero, pero no debería estar permitido bajarlo más allá de los 24-26 grados, una cifra muy razonable. Sería la sentencia de muerte para el dictador, que ya no podrían ahogar las revueltas o someter a sus colegas con la amenaza del frío glacial. De repente, ese inhiesto mando que tanto poder le había conferido se marchitaría como el pene de un septuagenario.

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Mientras esto no pase, en todas las oficinas de España SIEMPRE habrá un dictador del aire acondicionado. Y no hay diálogo posible contra esta sabandija. Así pues, la única vía es la lucha armada. Ir a por él. Torturarle. Arrastrarlo con un caballo por la calle. Todos le conocéis. Todos sabéis quién es. Cogedle e introducidle varios cubitos de hielo por… Un momento. Ahora que lo pienso, no descarto que haya algún dictador del aire acondicionado leyendo esto… Diablos, ¿soy yo o cada vez hace más frío en esta oficina?giphy-3

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