El Apolo inauguró su renovada Sala 2 a finales del año pasado, una noticia buena y perturbadora a la vez para los ávidos clientes del club. La buena es que la nueva 2 -recuperando el antiguo nombre del Astin- suena como el coche de Michael Knight y provoca ganas de salir de casa para darse un meneo aunque haga tres grados bajo cero en la calle y se haya estrenado una temporada completa de Larry David en HBO. La perturbadora es que ya no van a pinchar indie. Porque Españoles, el indie-disco …¿ha muerto?
La Sala Apolo sigue alojando sesiones en las que se puede oír algo de indie (Nasty Mondays cada lunes, Crappy Tuesdays los martes y Ventú solamente un domingo por la tarde cada mes), pero que el Nitsa deje de apostar por indie pop en sus sesiones de fin de semana eleva nuestras peores sospechas. (Suspiro). El indie… (llantos)… ha dejado de molar.
Las sesiones de indie pop tenían algo muy especial, sobre todo cuando sucedían en carpas grandes como la del FIB Club y te encontrabas rodeado de miles de personas coreando ‘There Is A Light That Never Goes Out’ al unísono con los brazos extendidos hacia el cielo amaneciendo. Canciones que solías ponerte cuando deambulabas por las calles de adolescente, tratando de encontrarte a ti mismo, de repente son compartidas con extraños que tenían las mismas inquietudes que tú, a los que te abrazabas hasta que encendían las luces de la disco. ¿Qué pasó?
Déjate de abrazitos y ponte a perrear.
Los tiempos cambian. Antes del 2001, escuchar música indie pasada la media noche en un garito que cerrara tan tarde como un club de techno, era una cosa casi impensable, pero en Barcelona, Sideral fue pionero en mezclar electrónica contundente con pop alternativo desde el Nitsa. En el resto de provincias, los indies, poperos, mods y todo aquel al que le gustara el pop guitarrero tenían que conformarse con baretos donde se podía oír algo que no fuese pachanga, con el inconveniente de que cerraban alrededor de las tres de la madrugada. En ciudades como Málaga, podías hacer un circuito que pasaba desde el Village Green hasta el Specka (que sí que cerraba a eso de las seis), donde gente mayor que tú ponía a los 13th Floor Elevators o los Kinks, pero era difícil encontrar sitios donde pincharan indie-pop bailable con la misma intensidad que en los clubs de deep house. El típico dj de bareto solía ser un coleccionista de vinilos y cd’s, que se leía el Uncut, el Mojo, la edición estadounidense de la Rolling Stone y compartía todos sus descubrimientos cada fin de semana en un bar con aforo para treinta personas poniendo una selección de crema fina. Y lo más maravilloso que sucedía en bares de este tipo es que solían poner algo para cada representante de una micro tribu: un tema de The Cure para el semi-gótico, un tema de Rage Against the Machine para el metalero (porque metal nunca se iba a poner en un bareto indie, pero a Rage llegábamos todos), un tema de Black Uhuru para el coleguilla rasta, Pearl Jam/Led Zepellin/The Doors para los melenas, y así sucesivamente, toda la noche.
Cuando llegué a Madrid y pisé la Sala Maravillas -más tarde convertida en el Nasti– viví mi primer indie club y se hizo la luz. A parte de la increíble fauna que se congregaba bajo ese techo -mods malasañeros con sus parkas de ejercito alemán, niñas poppies con sus adidas Gazelle, andróginos a lo Brian Molko y chicas que se parecían a Justine Frischmann- estaba la música. Creo que pinchaba Nacho Hipster cuando sonó ‘Risingson’ de Massive Attack bien entrada la madrugada. Aunque el grupo de Bristol tuviese de indie lo que una charcutería de vegana, acababan de publicar Mezzanine y a nadie le amargaba ese dulce por poco bailable que fuera. Me sentí como un personaje de Alfredo Landa en Nueva York. Cateto on the dancefloor flipando con un club que ponía lo que me gustaba escuchar de día, rodeado de chavales que parecían sacados de las paginas de The Face. Hasta me llegué a atrever con una de esas camisetas que mostraban el ombligo. Yo era muy de Suede ¿qué le vamos a hacer? Hay gente que de joven había llevado mullet. En mi caso: camiseta xs y la raya del ojo pintada. Deliciosa juventud.
Cuando llegaron los Strokes en el año 2001, el NME encontró un nuevo filón mediático y comenzó a promocionar la New Rock Revolution que fue tomando forma en paralelo con el auge de los festivales, el creciente interés por parte de la juventud en las bandas guitarreras que sabían hacer bailar, Erol Alkan y Rory Phillips dinamitaban el panorama desde sus fiestas Trash en Londres, los 2Many Djs ponían el bootleggin de moda con su disco-sesión As Heard On Radio Soulwax Pt2, y el sello DFA empezaba a encender un fuego debajo de las pistas de baile de Nueva York.
Cateto on the dancefloor, flipando con un club que ponía lo que me gustaba escuchar de día, rodeado de chavales que parecían sacados de las paginas de The Face
Para el 2005 no quedaba ciudad en todo el país que no tuviera su indie-club donde predominaban las canciones pop de todas las épocas por encima de la electrónica pura y dura.
En aquella época, logré pinchar en muchas de las salas destacadas del país que programaban este tipo de sesiones, y daba igual la provincia, todos pinchábamos más o menos lo mismo. Creíamos que el público que llenaba estas salas tenía las mismas inquietudes que los fieles que acudían al bareto de turno o todas esas personas en la carpa del FIB. De hecho, cuando tratábamos de arriesgarnos, sentíamos grandes chascos al comprobar que un tema de The Radio Dept. no producía el mismo entusiasmo en una pista abarrotada que el ‘Take Me Out’ de Franz Ferdinand. Como diría Alejandro Matínez de Klaus & Kinski, aparecieron muchos “indies de El Corte Inglés” que les daba igual lo que había sido el C-86 o en cuantos grupos tocaba Mani. Lo que querían eran hits.
Ya por el 2009, la homogeneización del indie-pop de club o de festivales estaba sintetizada en una playlist de cincuenta canciones, en la que siempre encontrabas: ‘Hard To Explain’, ‘Blue Monday’ y ‘Pesadilla en el parque de atracciones’. Al menos tres salas distintas me llegaron a mandar listas similares por escrito antes de sacarme los billetes de tren, para asegurarse de que iba a pinchar lo mismo que el dj del finde anterior. Tanta repetición de los mismos temas agotó el entusiasmo del público nocturno. Los djs residentes de las salas que aguantan han tenido que adaptarse a los nuevos clientes millenials, mucho más acostumbrados a la multiculturalidad que se goza con acceso infinito a toda la música habida y por haber almacenada en internet.
Dj Pegatas fue uno de los últimos residentes de La 2 de Apolo antes de su transformación al Astin, y sigue fiel a su estilo en clubs como Tarantos o las fiestas del Monumental Club, entre otras. “Realmente mis sesiones no han cambiado mucho en el sentido de mi forma de animar al personal. Me gusta usar los hits de todas las épocas, pero siempre incluyendo mis caras B. Si es cierto que ahora estoy tirando más de remixes y mucho nu-disco, todo a 125 bps con alguna alteración. Pero no pierdo mi esencia de hits de indie y rock alternativo”.
En la zona de Levante el público reacciona más o menos igual, como atesta Dj Suzukid, residente de la sala R.E.M. de Murcia y habitual de la sala Confetti en Alicante, entre otras tantas de la zona. “Las sesiones han cambiado bastante, sobre todo por lo que he ido aprendiendo y aprovechando las tecnologías estandarizadas en las cabinas. Ahora funcionan hits de temporada con base house, como los que hacen Kungs, pero también estructuras tan clásicas como el hit de Portugal The Man. Y remixes entre house e indietronica de clásicos de siempre, desde los ’60 a los ’90. Lo que no funcionan son las guitarras pop e indies de toda la vida. Ese creo que es el principal cambio en los últimos 10 años”.
Desde Madrid, Dj Smart del club Ochoymedio comprende que es normal que las sesiones que conectan con el público vayan evolucionando, dejando algunas cosas atrás. “Han cambiado en el sentido de que son muchos años de música nueva y me gusta ir metiendo novedades continuamente que combino con los hits de siempre. También quizá ahora pincho algo menos de guitarras, pero depende de los sitios en concreto. En el Ochoymedio sí que sigo metiendo guitarreo a ratos. También he incorporado en mayor medida la música urbana”.
Esto último que aporta Smart supone el cambio más notable de las sesiones puramente indies. La aceptación del hip hop contemporáneo y derivados se ha extendido saludablemente entre la chavalada, y aunque muchos de los viejindies se resistan a los encantos del trap, otros lo reciben como un soplo de aire fresco.
La aceptación del hip hop contemporáneo y derivados se ha extendido saludablemente entre la chavalada
A cualquiera que le preguntes cuál es el dj de indie más grande de España, la respuesta será siempre la misma. Desde su cabina en el Razzmatazz, Dj Amable, junto con Dj Gato, nos enseñaron que cuadrar temas de pop guitarrero en una sesión, sin tener que recurrir a remixes, era posible. Aunque han cedido los viernes a las fiestas Fuego -dedicadas a trap, post – Rn’B y hip hop-, mantienen sus sesiones pop mega bailables cada sábado incorporando algo del hip hop contemporáneo de la noche previa. “Últimamente la gente disfruta más que nunca con los hits y la electrónica, hay menos inquietud por lo alternativo, pero algunas de las novedades que más he pinchado este año son el ‘Feel It Still’ de Portugal, The Man, ‘BagBak’ de Vince Staples, ‘Boyfriend’ de Confidence Man, ‘Something for Your M.I.N.D.’ de Superorganism, ‘Humble.’ de Kendrick Lamar, ‘Everything Now’ de Arcade Fire, ‘Something To Remember Me By’ de The Horrors o ‘Flow’ de Crooked Colours. Hay unas vibraciones muy positivas, la gente disfruta, baila enseguida y tiene menos prejuicios para abrirse a todo tipo de géneros. Siempre he intentado ser muy ecléctico en mis sesiones y eso actualmente me beneficia”.
Como pudimos comprobar la primera vez que actuó Kendrick Lamar en el escenario más tocho del Primavera Sound, resulta que a muchos indies también les gusta el hip hop actual. El problema para muchos seleccionadores es todo lo otro. Cada lunes leo entretenido las lamentaciones en los muros de djs por las veces que les pidieron el ‘Despacito’ o ‘Cuando Tu Vas’ de Chenoa. “Los modernos siempre piden pachangueo cuando van on fire” comenta Suzukid por Whatsapp. Dj Homeboy se encuentra con panoramas similares en las salas por donde va rotando en la capital: “Definitivamente las sesiones se han vuelto más mainstream, el indie como tal ha dejado de existir y se mezcla con todo tipo de músicas. Hoy por hoy se pone de todo, desde recopilar éxitos antiguos rock de toda la vida hasta alguna novedad de radioformula”.
Un síntoma de este eclecticismo generacional me pilló por sorpresa en el Festival Can’t Keep Us Down, organizado por un colectivo de hardcoretas en un Ateneu de Nou Barris en Barcelona. Allí tocaron grupos de distintas ramificaciones estilísticas del punk DIY, y la noche la cerraban unos djs pinchando desde el ultimo hit de Enrique Iglesias hasta ‘La Gozadera’. Si eres un millenial esto no te parecerá raro, pero si recuerdas que la escena hardcoreta es de las escenas que más en serio se toma a sí misma, donde ni siquiera ven bien que se sirva carne o cualquier cosa que vaya en contra de los principios straight-edge, ver a la muchachada vestida con sudaderas de Agnostic Front perreando con reggaeton puede dejar perplejo a cualquier comentarista del foro del Primavera Sound nacido antes de 1980.
Ver a la muchachada vestida con sudaderas de Agnostic Front perreando con reggaeton puede dejar perplejo a cualquier comentarista del foro del Primavera Sound nacido antes de 1980
Sin embargo, para muchos de los djs que mantienen viva la llama del pop independiente, hay algo peor que el pachangueo: la demanda inagotable por canciones de los nuevos cabezas de carteles nacionales.
EME dj, votada mejor dj nacional varios años por los lectores del Rockdelux, apenas se libra de tener que pinchar pop contemporáneo nacional para mantener al público animado en sus eclécticas sesiones: “Estoy bastante desconectada del indie, pero creo que sigue funcionando bien ‘Toro’ del Columpio Asesino y otros himnos de grupos como Izal, Love Of Lesbian, Amatria o Lori Meyers. Me los piden mucho, pero creo que ya no encajan en lo que suelo hacer ahora”.
Suzukid se muestra mucho más hastiado del tema: “Yo te diría que lo peor que me piden es Izal cincuenta veces por minuto, y siempre el tema de la mujer de verde. Pero las fans del grupo dan de comer a muchas salas”.
Pegatas no lo ve tan crudo: “Hay muchos chavales con inquietudes musicales, no solo con lo que se cuece ahora, sino con lo que se creó antes. En más de una de mis sesiones me ha sorprendido hablar con chavales de 20 años de música de los ’90. Es sinónimo de que no todo está perdido. Hay una vertiente de chavales que les gusta el indie, el rock, la música electrónica, y creo que hay muchos con gustos más eclécticos que antes, eso mola”.
DJ Coco, residente de La 2/Astin, llevaba tiempo queriendo pinchar sesiones disco en su propia sala, dando cabida a esos gloriosos edits que encuentra en sus fuentes secretas imposibles de detectar con el shazam, y ahora, no solo le han remodelado la sala entera sino que también cuenta con recursos para traerse a los nombres más habituales del circuito nu-disco como Red Axes, The Magician o Lindstrøm. Desde su punto de vista, cuesta más llenar salas como la suya solamente a base de indie pop por una sencilla razón: “Desde hace unos años casi no surge música “indie” o “alternativa” que sea bailable, con lo que poco a poco se ha ido quedando más en los bares musicales que en los clubs, y la mayoría de clubs que existen se basan en los hits de siempre (hay grandes excepciones). De todos modos hablo de Barcelona, en otros sitios en los que se escucha esa suerte de pop nacional de toda la vida que ahora se llama indie, sí que se llenan salas y se ve movimiento”. Para los que opinan que el indie ha muerto, el dj Barcelonés, que también forma parte del equipo de booking del Primavera Sound, ofrece un poco de consolación: “Quizás no está tanto en los clubs pero solo hay que ver la cantidad de festivales y el estatus de grupos, que hace unos años hubiesen sido minoritarios”.
Y así es. Mientras aquello que conocíamos como indie pop se hizo gigante con los festivales, los clubs están al servicio de los antojos de las siguientes generaciones, evolucionando constantemente, dejando himnos en el trastero para los más nostálgicos. Ahora que salgo menos y dejé de llevar camisetas que muestran el ombligo disfruto oyendo como suena la noche moderna, con sus electrocumbias y sus bases trap, pero jamás olvidaré lo bien que nos sentíamos unos cuantos, cuando creíamos que el Pop Will Make Us Free.
(Descubre más relatos de las aventuras de Johann Wald en su blog Sobre el bien y el mal, haciendo click aquí)
febrero 27, 2018
Excelente post, solo un apunte: en Barcelona no se ha mencionado los Crappy Tuesdays de la Sala Apolo, una de las fiestas indie de referencia de la ciudad y una de las que más arriesga en intentar mantener vivo el espíritu indie.
marzo 1, 2018
Gracias!! Ya está enmendado y disculpas por el despiste!