Kanye, vete a la mierda

By jueves, febrero 12, 2015 1 , , , , Permalink

A Kanye West le diría: Kanye, vete a la mierda. Le diría más cosas, pero alguno de los ballenatos que tiene por guardaespaldas ya estaría explorando mi páncreas sin anestesia con sus Nike Jordan I Max Bred OG Limited Edition Fuck Modafucka Fucka 360 Cross Training. No obstante, aunque breve, “vete a la mierda” es una imprecación lo suficientemente reveladora para entender la magnitud colosal del hartazgo que tiene ya medio planeta con la Joan Collins de la cultura afroamericana actual. La sensación es que la humanidad ha dicho hasta aquí hemos llegado con la tontería.

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Después de la ceremonia de los Grammy del domingo pasado, en la república independiente de mi casa Kanye West ya no se llama así: ahora es la Pepona Negra. Se lo ha ganado. Sus pataletas de pija consentida, su mesianismo aceitoso y su alter ego de justiciero pro black serían pasables como simple lectura para cagar, si no fuera porque Ye acompaña la tontería con los pucheros y la afectación de una folklórica hambrienta de share.

Después de la ceremonia de los Grammy del domingo pasado, en la república independiente de mi casa, Kanye West ya no se llama así: ahora es la Pepona Negra

La irrupción de la Pepona Negra en el escenario para boicotear la entrega del Grammy al Mejor Álbum fue otra pirotecnia de ridículo pueblerino y exhibicionismo cobarde. Sí, cobarde al cuadrado, porque en los MTV Video Music Awards del 2009 ya protagonizó el mismo numerito, jodiéndole el premio a una pobre niñata pálida, escuálida y bobalicona: Taylor Swift. Seis años después, Kanye vuelve a cebarse con otra niñata pálida, escuálida y bobalicona: Beck. Víctimas que no plantan cara. Que se encogen como cachorros ante un poltergeist. Blanquitos dóciles y alelados con los que resulta mucho más gratificante ejercer de abusón. Estoy convencido de que si el premio se lo dan a otro en lugar de Beck, la Pepona se lo piensa dos veces y se va al lavabo a repasarse las pestañas.

Y lo peor es que la gracieta de no era ni eso, una gracieta. Resulta que lo de subir al escenario y perdonarle la vida al universo iba muy en serio. Tanto, que Ye rubricó su colosal demostración de imbecilidad con unas declaraciones absurdas reclamando el premio gordo para Beyonce; una sarta de pamplinas que podría haber firmado Lars Ulrich después de beberse su chupito de Lars Ulrich y que hacen que el monólogo de las prespiputas y la droja en el Cola-Cao parezca una de las mejores reflexiones filosóficas del siglo XX: “Si los Grammy quieren que los artistas de verdad vengan, que dejen de jugar con nosotros (…). Beck debería respetar el arte y tendría que haberle dado el premio a Beyonce (…). Los músicos inspiramos a la gente que cada día va a trabajar (…). Por cierto, tengo una mujer, una hija y una línea de ropa y no voy a hacer nada que ponga en riesgo a mi hija, pero estoy aquí para luchar por la creatividad. Por eso no dije nada, todos sabéis lo que Ye quería decir cuando subió al escenario”.

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Hacía tiempo que nadie se postulaba con tanta fuerza para ganar el Grammy al mejor mongolo del 2015. Si tuviera un guante de piel toledana, le cruzaría la cara gustosamente y me batiría en duelo con el tipo. Habla de su hortera línea de ropa como si fuera un miembro más de la familia. Se refiere a él mismo en tercera persona y da por hecho que, por mor de algún poder telepático de origen extraterrestre, todos sabíamos qué mensaje pretendía enviar al mundo con el numerito de los Grammy, todos estábamos conectados a la gran mente ubicua de Kanye. Lo más divertido es que también le tenemos que dar las gracias, por amenizarnos el viaje en Metro a la oficina. Ah, y lo mejor: se arma de una autoridad moral casi divina que le permite aleccionar y abochornar a Beck por no meter su premio en el escote de la mujer de ese experto en historia del arte y pintura moderna que es Jay-Z. Qué ha sido de los raperos de verdad. De los negros de verdad. Habrá que desempolvar la ouija y pedirle unos consejitos a Ol’ Dirty Bastard.

Qué ha sido de los raperos de verdad. De los negros de verdad. Habrá que desempolvar la ouija y pedirle unos consejitos a Ol’ Dirty Bastard

Porque Kanye West ha pasado de ser el prodigio al bufón del hip-hop. No hablo de su música, pues en dicho flanco Ye ha firmado algunos de los mejores discos del siglo XXI, me refiero a la cultura, la esencia. El de Atlanta es el ejemplo viviente de la decadencia general de un movimiento que necesita líderes de verdad y no ídolos de lodo que se consideran deidades y se portan mal en las entregas de premios a las que se pirran por acudir. Nadie discute su legado musical, insisto, pero a estas alturas del dislate ni siquiera “The College Dropout” o “Late Registration” compensan el actual cretinismo de su creador. Lo único que consigue la Pepona Negra en cada nueva declaración borderline, en cada invasión de escenario, es incrementar la carga de bufoneo y diluir en el olvido a aquel músico brillante, visionario y destinado a cambiar el hip-hop que se llamaba Kanye West. El notas está devorando al genio. A dentelladas.

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El éxito, los palmeros, la adulación, las lamidas de culo cósmicas… La imagen de Black Pepona volviendo a su asiento después de destrozar el gran momento de Beck lo dice todo. Aquello fue para sacar a pasear la mano: ahí estaba la cohorte de cool niggas riéndole la gracia, entre aplausos forzados y caras de “qué incorregible es este Kanye”. La Pepona Negra no es más que otra víctima del triunfo rápido y el endiosamiento caníbal que utiliza el show business para transformar mentes brillantes en salsa de excrementos. Un tipo más bien justo de entendederas, metido a líder espiritual en dos semanas. Le pasa como a Kiko Rivera, cuanto más le aplauden las salidas de tono sus palmeros, más se cree que es un puto genio. Y así le va. Lo que tenemos ahora, después de años de endiosamiento y cultivo esmerado de gilipollismo silvestre, es un monigote afincado en una realidad paralela en la que se autodenomina Jesucristo –vaya mierda de disco “Yeezus”, por cierto- y en la que, sobre el papel, todo el mundo se toma sus palabras muy en serio.

Después de años de años de endiosamiento y cultivo esmerado de gilipollismo silvestre, es un monigote afincado en una realidad paralela en la que se autodenomina Jesucristo –vaya mierda de disco “Yeezus”, por cierto- y en la que, sobre el papel, todo el mundo se toma sus palabras muy en serio

El problema de Ye es el abismo que separa lo que él cree que piensa la gente de sus acciones y lo que la gente piensa realmente de ellas. De ahí que, de un tiempo a esta parte, nos tomemos al tipo a broma sin que él parezca percatarse. Con la Pepona Negra me asalta la misma sensación que con David Bisbal. Abren la boca y te sumen en un delicioso estado de vergüenza ajena y perplejidad. Hacen el ridículo, pero la siguen abriendo ajenos al ridículo, calentitos en su burbuja. Y es que las polémicas de Ye son tan obvias, simplonas y de primero de la ESO que hasta puede despertar cierta ternura, como los tontos del pueblo.

El sabotaje y el discursito de los Grammy ponen de manifiesto, además, que La Pepona Negra es todavía más ridícula cuando se pone las patillas de Black Panther, aunque en su caso la pantera se queda en chinchilla. ¡Los Grammy son un paripé del stablishment blanco porque ignoran a los artistas negros en los premios gordos! Lo dice el rapero que más gusta a los blancos. Kanye se nutre de la pasta de la clase media blanca, de hecho me gustaría ver cuánto dinero caucásico ha contribuido a la subvención de su depilado de cejas y a la compra del botillo de Luis del Olmo que su mujer calza bajo las lumbares. ¡Y el tipo se autoproclama el Gil Scott-Heron de su generación! Choteo del bueno.

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La degradación y putrefacción del personaje es ya imparable. Normal que no sonría en las fotos. Normal que el Kanye Triste (Sad Kanye) se haya convertido en uno de los running gags más apreciados en la Red. Cuando más profundo se pone, más hilarante resulta. Basta con ver las selfies que la gente se sacaba con la Pepona Negra en las gradas de la Superbowl. Ya no se le respeta, la peña le fotografía por sorna, para tener algo de lo que reír con los colegas. No hay admiración en dichas instantáneas. Hay un friqui asediado.

Si el hip-hop fuera mi vida, no me gustaría que me representara un ser caprichoso, malcriado, maleducado y cateto. Un tipo que se jacta de no leer libros. Un diseñador de ropa wannabe. Un divo pazguato. Un estereotipo de negro malote sobreactuado, como dejó patente en el ensayadísimo despliegue de gestos de heterazo del gueto para el photo call de los Grammy. Rictus de pitbull furioso al lado de su hembra culona. Cara desafiante. Manos en el trasero de su jaca y zarpas hundidas en cordilleras de grasa realojada a 6.000 dólares la hora. Morreo puerco delante de todos. Solo le faltó levantar la pata y orinar alrededor del batín de Sophia Petrillo que llevaba la Kardashian. Había que liarla gorda y llamar la atención, joder, que Prince apareció con una bola de dos kilos de vello púbico en la cabeza y Madonna parecía un travesti en una corrida goyesca de Ronda.

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Kanye no es hip-hop, ni mucho menos su profeta en la actualidad. Ya no. Es una parodia a precio de saldo del estereotipo del rapper divinizado. Además, como la música que saca actualmente es pura mierda, lo mejor que podría hacer, llegados a este punto, es dejar de grabar discos y dedicarse a zurcir esos botines de nobuk para indias potawatomi menopáusicas que ha diseñado para Adidas. Solo así podremos librarnos de pensamientos tan radicales como: “No soporto el momento en que te despiertas en un vuelo, te encuentras una botella de agua a tu lado y piensas: cojonudo ahora tendré que hacerme responsable de esta botella”. Y de reflexiones todavía más profundas como la que sigue: “Esta lámpara de Le Corbusier fue una gran inspiración para mí. Soy un minimalista en el cuerpo de un rapper”. Curioso, lo único que veo yo es a una folklórica loca del coño en el cuerpo de un rapper.

1 comentario
  • LaChisteraIndiscreta
    febrero 14, 2015

    Espectacular perfil…..Y eso que nos has hecho mención a la presentación de su colaboración con Adidas (Yeezy Season 1), que yo, personalmente, tildo de patética…colección y puesta en escena incluida….(para gustos, los colores, ofkors, que los sneakerheads se me cabrearán…)

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