León Come Gamba: Con las manos en la guasa

Cthulhu, Baba Yaga, Niña Medeiros, Falete, Azzathoth, Ultrón, ¡tenéis un nuevo compañero! Regocijaos, aberraciones, pues el Caos ha reclutado otro agente. Es la amenaza más temible surgida de la quinta dimensión del cerrilismo ibérico. No os dejéis disuadir por su nombre de personaje secundario de Bob Esponja: León Come Gamba no es una simple patata cruda con cara de felino mongoloide; no hablamos de un inocente constructo hecho de tubérculo barato, pimiento rojo y coágulo de gazpacho. León Come Gamba encierra un mensaje mucho más inquietante entre sus bigotes asimétricos: España necesita una lobotomía.

León Come Gamba encierra un mensaje mucho más inquietante entre sus bigotes asimétricos: España necesita una lobotomía

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La noche del martes vimos cómo “Masterchef”, el concurso gastronómico más exitoso de la televisión nacional, una de las joyas de la parrilla de TVE, se convertía en una mezcla histérica de “Art Attack”, “La Jaula de las Locas” y “Pesadilla en la Cocina” –más por pesadilla que por cocina-. El otrora didáctico e inocente show entró a hostias en la edad del pavo, merced a la intervención de un concursante que se ha convertido en el nuevo fenómeno mediático español. Se llama Alberto y es un mix imposible de Sheldon Cooper y Pepelu, un efebo con las mismas nociones de cocina que la rana Gustavo.img.rtve

Se llama Alberto y es un mix imposible de Sheldon Cooper y Pepelu, un efebo con las mismas nociones de cocina que la rana Gustavo

Empeñado en colorear su plantel de aspirantes con personajes descoyuntados que den vidilla, “Masterchef” dejó demasiado suelto a Alberto, cuando lo tendría que haber echado con una manguera antidisturbios en los castings preliminares. Pero no, a alguien le hizo gracia el crío. Resultado: el peor plato que jamás se ha presentado en “Masterchef”… ¡y “Masterchef Junior”! Ni siquiera en la edición infantil se ha visto algo tan feo. Desprestigio. Jordi Cruz flamenquísimo. Hablamos de una receta espeluznante que transforma una patata mal cocinada en un león tísico con melena de pimientos a puntito de devorar una miserable gamba. Seguro que habéis visto trabajos de manualidades de niños de 6 años muchos más complejos y realistas.

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Evidentemente, Alberto terminó hecho un trapo después de los demoledores comentarios del jurado del programa. El tipo juró no volver a meterse en una cocina, y eso que había rechazado entrar en la facultad de Medicina para participar en el concurso. Gracias a Dios que el sistema educativo no fue lo suficientemente tentador y no nos privó de León Come Gamba. Sin embargo, lo más asombroso del dislate, es que a los pocos minutos de nacer, León Come Gamba no solo era el rey de la selva de Twitter, sino que ya corría por la Red un cuantioso número de memes y chistes gráficos con la alimaña de fécula como protagonista. Resulta paradójico que, en el concurso culinario de televisión más prestigioso del país, el plato que se recordará dentro de 15 años será este Mufasa de patata guasona.

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No hay vuelta atrás. Da igual el recorrido que hasta ahora ha tenido el show. “Masterchef” es y será León Come Gamba. Una vez más, España se ha convulsionado un espasmo de placer humillador, cachondeíto fino y adicción al cutrerío. El efecto Ecce Homo – una fenomenología 100% cañí que dudo que pudiera manifestarse en un país civilizado- ha vuelto a nublar las entendederas del ciudadano español, gregario a rabiar en materia de escarnio y ensalzamiento de la memez. El día después del programa, ya había restaurantes que ofrecía León Come Gamba en sus menús. Camisetas. Montajes de Photoshop elaboradísimos. Portadas de Sonic Youth con el bicho de patata. Gente que se había quitado minutos de sueño para hacer la parida. Porque en España sabemos honrar la chapuza. Cuanto más absurda y dislocada, más nos flipa. Dicen que el opio del pueblo es el fútbol, pero el opio de España es esto. Y el tsunami no ha hecho más que enseñar la patita. Nos espera una larga penitencia con el león de marras como protagonista de reportajes, artículos, bromas, gifs, memes y lo que internet disponga. Alberto, su creador, ya debería estar acampado en la puerta de la oficina de patentes y hacerse con la autoría de León Come Gamba. No podrá evitar que media España se descojone de él, pero sería insoportablemente patético que la otra media se forrara a su costa.

El efecto Ecce Homo – una fenomenología 100% cañí que dudo que pudiera manifestarse en un país civilizado- ha vuelto a nublar las entendederas del ciudadano español, gregario a rabiar en materia de escarnio y ensalzamiento de la memez

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Dejad que le mire a los ojos. A decir verdad, algo hay en este león que te sacude los adentros. Este bicho comestible genera una extraña amalgama de hilaridad, vergüenza ajena y ternura. Estás viendo algo distinto. Creo que la clave está en el rictus contrito de León. León no come gamba ni come nada porque arrastra una depresión caballar. León se duele. León es pura angustia existencial. Fijaos en esos bigotes contrahechos, torcidos. Este animal está pidiendo que alguien lo saque de su miseria: sus ojos vacíos de pimiento sueñan con una inyección letal. No obstante, tardaremos mucho en enterrar a León, porque España suele entregarse en cuerpo y alma a estos fenómenos antinaturales ultra monguers y alargarlos hasta la extenuación.

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Porque básicamente, León Come Gamba es a la gastronomía lo que una película de Ed Wood al cine, y aquí estas cosas sabemos apreciarlas. De hecho las apreciamos tanto que no somos pocos los que, después de la revolución de Alberto y su plato inmortal, hemos perdido todo el interés en el objetivo real de “Masterchef”. En la era post León Come Gamba, descubrir chefs anónimos y fomentar el amor por la cocina suena aburrido. O le damos un giro a esto, o León se come la gamba y se come el programa. Se impone un “Anti-Masterchef” solo con inadaptados que conviertan una patata podrida con pimientos y una gamba en el no va más de la haute cuisine, genios incomprendidos como Alberto que, después de su paso triunfal por el programa, abran su propio restaurante y le pongan de nombre El Bulli, por decir algo.

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