¡Me voy al Sónar, neeen! Un pureta con un misterioso maletín en el Sónar 2015.

Un dinosaurio de casi 40 años lo tiene crudo para salir indemne del Sónar. Sabedor del peligro que este festival supone para la reputación de un pobre anciano, esta edición iré con un maletín esposado a la muñeca izquierda. ¿Qué hay su interior, preguntas? Las claves para no hacer el ridículo y volver de una pieza a casa. ¿Recuerdas el brillo hipnótico del maletín de Marcellus Wallace? ¿La maleta tóxica de Hunter S. Thompson y su abogado? No pares de leer…

En el extremismo erótico piscinero Lokotron del Sónar el yayo se ve a lo lejos; canta como un mejillón en una tarta de boda

El Sónar es cruento con las momias. Si sigues creyendo que pese a tener 40 tacos todavía eres un yogur al que no le ha bajado el testículo derecho, este festival puede acabar con tu salud, y con algo mucho más fundamental: tu reputación. Si estás en esa edad en la que sacrificas un cordero cada vez que se te levanta, al Sónar no puedes ir a la sopa boba. Mientras que en el Primavera Sound las abuelas decrépitas pasamos desapercibidas entre la miasma hipster, en el extremismo erótico piscinero Lokotron del Sónar el yayo se ve a lo lejos; canta como un mejillón en una tarta de boda.tumblr_nlvskszKIM1upxwm8o1_400

Este festival es un campo de minas contra la autoestima de la gallina vieja. Unos bailes ridículos que por alguna razón crees que son cool pueden convertirte en el hazmerreír del mocerío spring breaker. Una machada con las pastis impropia de tu edad y te toman por el loco del pueblo. Atiende: ese outfit de carrozón que va de moderna veinteañera no disimula ni alopecias ni tejidos adiposos, antes al contrario, convierte panza y entradas en balizas centelleantes en noche cerrada: “Alerta chicos, pureta que no se entera de una mierda a la vista”. Además, ya sabes lo que pasa: te quitas la camiseta, te pones purpurina en los pezones, te abrazas a dos efebos porque vas ciego como una rata, y ¡boom!, ley de Murphy, tu foto sale al día siguiente en La Vanguardia y ya no puedes volver a trabajar en Atrápalo.com.

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Mente fría. Nervios de acero. Cero confianzas. La tocha ya no aguanta. Las lumbares crujen como un breakbeat de Squarepusher. Los juanetes palpitantes rivalizan con los meñiques de velociraptor de la alcaldesa de Jerez. Soy una vieja ballena moribunda en un océano de estrógenos y testosterona. De cuerpos tersos. Prietísimos. Gente rápida de reflejos en la flor de la vida. Por eso, como fósil andante del Sónar, este año he decidido esposarme un maletín a la muñeca izquierda y llenarlo con una colección de objetos de poder que me ayudarán a pasar desapercibido en esta masa de modernas, intensas, canis, swaggers, tronistas, nudistas, tranceros y hormonas con patas. Abre el maletín. Observa. ¿No te encanta el fulgor dorado?

Vaselina corporal para llegar antes a la barra: En el Sónar de Día hay más torsos masculinos desnudos que en la piscina de Ricky Martin. El rozamiento no deseado con pieles grasientas y sudorosas es el pan nuestro de cada Sónar, pero hay una forma de sacar provecho de tanta viscosidad. Te quitas la camiseta, te embadurnas el tronco con vaselina y te deslizas a toda velocidad entre los torsos desnudos, como una anguila enloquecida en un pinball. Con cierta práctica, podrás dirigir tus escurridizas y aceitosas carreras entre chulazos sin camiseta y llegar a la barra de la otra punta del recinto en cuestión de segundos.    

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Unas gafas de sol que no te pondrías nunca sobrio: Cuanto más feas, vomitivas y ridículas, mejor. Es muy fácil elegir las gafas del sol para el Sónar: piensa en la basura más infecta que jamás te pondrías del ajuar de Teresina, tu tía soltera de 65 tacos con estomatitis, y mételo en el maletín. ¡Albricias! Lo que en el mundo real es una soplapollez estética en el Sónar se convertirá en maná.

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Humidificador digital para la llepaeta: Imprescindible introducir en el maletín una esponjita húmeda para pegar sellos. Todos sabemos que la saliva es el bien más preciado en el Sónar a partir de ciertas horas de la madrugada. Lenguas rasposas y marrones. Comisuras de los labios resecas como la axila de la Reina Sofía. Así pues, cada vez que tengas que meter el dedo chupado en una bolsa de MDMA y tus glándulas salivales no respondan por culpa del cebollazo, bastará con que hundas la yema en la esponja para sellos y reboces la punta del dedo índice a tu gusto con la rocalla más fina y pura del mercado.  

Son tiempos de pasti, y el veterano no está para sacarse el forro interior del bolsillo y chuparlo porque la rula se ha derretido a causa del calor

Pastillero de yaya: Si tu abuela sigue viva, hazle una visita antes del festi y siséale uno de esos pastilleros victorianos con tapita de nácar e interior forrado de terciopelo grana. Son tiempos de pasti, y el veterano no está para sacarse el forro interior del bolsillo y chuparlo porque la rula se ha derretido a causa del calor. Un pastillero de anciana conservará la pocha intacta a una temperatura constante de 26 grados, la adecuada para un desmenuzamiento en cuartitos perfecto y sin sobresaltos. Además, podrás hacer uso de los compartimentos y separar las Whatsapps de las Chupa Chups, por aquello de que mezclar no está bien.

tumblr_nnafxs2aW01upxwm8o1_400Peluca con el tupé de Richie Hawtin: Un sencillo bisoñé dorado con un poco de pegamento para postizos. Un flequillo de quita y pon a medio camino entre las juventudes hitlerianas y el tupé de José Oneto. Un simple aplique que te convertirá en la persona interesante y molona que no eras antes de hawtinizarte. Sálvate a lo grande de la mediocridad capilar, qué coño, de la mediocridad en general. ¡Sé la Richie!

Petaca de sake: Es una memez modernilla de toma pan y moja, lo sé, el dichoso licor japonés sabe a calcetín de Falete usado, pero si Richie Hawtin lleva meses dando por culo con lo bueno que es el sake y lo cool que te hace sorberlo con el meñique al viento, TE LO BEBES Y TE CALLAS.

Salchichas, combustible y una caja de cerillas: ¿Muerto de hambre por culpa de tanto porro? Tranquilo. En el Sónar de Día podrás utilizar las montañas de sandalias putrefactas que se forman en el césped artificial para hacer un buen fuego y preparar unos bratwursts. Rocía el túmulo de chanclas con el combustible, lanza una cerilla encendida y, con el candor purificador de las sandalias, calienta las salchichas a tu gusto con un palo de selfie. La Ballena Alegre meets Advanced Music, nen.  

Shorts tejanos para hombre: Vaticino que este año serán lo más entre la parroquia cool masculina. ¿Hay huevos de ponérselos? Pues si los hay, cuidado no se te salgan por debajo.

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Almohada inflable para almorranas: Los de apoltronarse en el césped artificial está muy bien, es muy hippie, pero cuando llevas ya varias horas de melocotonazo sentado, unas duricias muy molestas florecen en las nalgas y el quejío de las lumbares hace que José Mercé parezca un castrati. Lo mejor en este caso, es una de esas almohadillas inflables en forma de donut que usan los afectados de almorranas. Si alguien te pegunta, te la pones en la cabeza y no solo desviarás la atención, sino que incluso despertarás gritos de admiración.

Si estás desubicado, saca tu carnet falso de intensa o loca del coño para ser aceptado por la masa y disfruta del despiporre de histrionismo

Carnet falso de intensa y loca del coño: En el Sónar, ser una intensa o una loca del coño cotiza a la alza. Si estás desubicado, saca tu carnet falso de intensa o loca del coño para ser aceptado por la masa y disfruta del despiporre de histrionismo. En Róisín Murhpy te salvará la vida.

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Transcripciones fonéticas de las canciones de Skrillex: Si pasas de los 40, te has infiltrado en las primeras filas de Skrillex y no quieres ser descubierto por los gremlins veinteañeros del Sónar, deberás aprenderte de memoria los principales hits del productor americano para disimular. Lo más cómodo es llevar en el maletín una chuleta con transcripciones fonéticas de las letras de sus mejores temas: “¡Paw, paw, klixxx, pikaw! / ¡Pow, bbooom, kapaw, bzzzzk bzzzzk! / ¡Perrek, dooooom, perrek, dooom, brrkbrrk, kaboom! / Pang”. ¿A que ya sabes a qué canción me refiero?

Silla de camping plegable: Para echar esa cabezadita que te pide el cuerpo entre sesión y sesión. Para cortar cómodamente la tortilla de patatas que llevas en el tupper. Para poner los pies en remojo antes del set de Seth Troxler. La silla de camping plegable es al Sónar lo que la navaja multiusos al concursante de “Supervivientes”.

Un taser antierecciones: Cuando la carne se airea en plan peli porno italiana, los bajos instintos del viejo verde se disparan. Y queda feo verse así. Para no parecer un puto depravado asaltacunas, lo mejor es llevar un taser en el maletín con el que aniquilar todas las erecciones furtivas. A la que pasa una inglesa en bolas por delante y notas movimientos en el bajo vientre, ñaca, descarga de taser directa al cipote y después de las convulsiones y la espuma bucal pertinente, como nuevo para seguir la fiesta. Mejor que el bromuro… Dicen.

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