El día que Josmar se comió el casting de “Juego de Tronos” con patatas

España ama las colas bíblicas. Somos incapaces de mantener una fila ordenada en la parada del autobús, las viejas han aprendido a sabotear las leyes de la tanda aprovechando la confusión en la frutería, pero cuando se trata de colas antológicas que implican un gasto cósmico de tiempo y energía, somos los putos amos del rigor y el orden. Nuestra capacidad de sacrificio se dispara cuanto más decadente es el motivo de la cola, pero confieso que no estaba preparado para ver éxodos de desplazados arrancándose el cuero cabelludo a dentelladas para asomar la coronilla durante una fracción de segundo en alguna escena intrascendente de esta nueva plaga que se llama “Juego de Tronos”. No hay suficientes camisas de fuerza en el mundo para parar esto.

JDT en Girona: ganado muy barato

29 de junio. Una hora indeterminada de la mañana. Girona arde. Una cola monstruosa de carne humana palpita de punta a punta de la ciudad. El casting de “Juego de Tronos” se ha convertido en mucho más que un casting: es el canalizador más potente de fanatismo irracional, gregarismo y juguetes rotos que se recuerda en centurias.

Hay tipos que han dormido en ese infierno para acceder antes que nadie a unas pruebas de las que seguramente serán descartados. Esterillas pútridas, juegos de naipes, mesas de camping, olor a pies. Entre el polvo, el calor, los váteres químicos y las bermudas con lamparones, cualquiera diría que estamos en la sesión de cierre del Festival de los Monegros, pero no veo a Juan Arnau, no veo a Sven Väth, solo veo una convención de nerds y seriéfilos muy pero que muy aburridos.

Es la cola menos cool del universo. Las exigencias draconianas del casting son claras, si vemos un hipster, una moderna o un fofisano por aquí, lo meteremos en la parte de atrás de una furgoneta robada con Hodor y dos cajas de galletas espolvoreadas con Cialis. Los responsables del casting no solo repudian los tatuajes y las lorzas, sino que se reservan el derecho de cortarle el pelo y rasurarle la barba a la carnaza aspirante como si esto fuera West Point. Y todo por 50 euros la jornada. Lo que cuesta un pollo en la Zona Franca.

Después del bochorno de las colas kilométricas de Girona, queda claro que el fanático español de “Juego de Tronos” entiende esta serie como un ascensor social al que hay que subirse a toda prisa. ¿Acaso hay algo más molón que estar metido en el putísimo ajo? ¿Quién no quiere convertirse en el rey de las cenas de empresa? Hay gente abierta a la humillación y al sometimiento, con tal de que el sacrificio reporte jugosas anécdotas que contar a los colegas. Ser extra en esta seriaca es subir mucho el nivel. Apuesto a que hay tarados que pagarían 50 euros al día de su bolsillo solo para olerle la nuca a Peter Dinklage cada vez que el enano va a coger una bolsa de Doritos al catering.

Apuesto a que hay tarados que pagarían 50 euros al día de su bolsillo solo para olerle la nuca a Peter Dinklage cada vez que el enano va a coger una bolsa de Doritos al catering

Nos quejamos amargamente de trabajos esclavistas y salarios pírricos, pero aquí tenemos a 5000 zombies dispuestos a perder todo un día a pleno sol, mascando polvo en medio de la nada, para conseguir un infracurro que les reportará la fortuna de 50 euros al día a cambio de lo que se intuyen jornadas estajanovistas de maquillaje, figuración y rodaje. Y a lo mejor ni se les ve. A lo mejor ni siquiera salen. A lo mejor Dinklage les escupe en el ojo desde allí abajo porque le apetece. Ganado muy, muy barato.

Aunque no todo son adolescentes desastrados con las retinas quemadas por sobreexposición a “The Big Bang Theory”. La megacola también cuenta con algún émulo de George R. R. Martin, los clásicos flipados que se creen buenos actores, algún jubilado que se apunta a la fiesta pensando que le darán un mendrugo de pan, versiones humanas del dependiente de cómics mantecoso de “Los Simpson”… Todo muy anodino y decadente, hasta que aparece Josmar entre el gentío. Y entonces, el casting de “Juego de Tronos” empieza a interesarme.

Josmar is coming. Entrevista con la nueva estrella de “Juego de Tronos”

Los centelleos de la camiseta no dejan espacio a la duda: en la pechera se lee “I Love Josmar”, y la gente lo hace. Le ama. De repente, se habla más de Josmar que de Girona, el casting, los Lannister, la HBO y la madre que los parió. Y le amo yo también. Porque Josmar le da la puntilla a este vodevil histérico solo con su magnética presencia. Boom. Es la estrella y juega en casa. In your face, Jon Snow!

Porque Josmar le da la puntilla a este vodevil histérico solo con su magnética presencia. Boom. Es la estrella y juega en casa. In your face, Jon Snow!

Por eso decido ponerme en contacto con él. Le llamo varias veces, pero solo me coge el móvil su madre, una señora encantadora y vivaracha que me trata como a un hijo. Y por fin hablo con el suyo. Dicen que ha reaparecido y ha ido al casting por su propia cuenta, pero en realidad Josmar está por encima de autopromociones a costa de series de moda, de hecho es un intrépido reportero y está trabajando para el programa de radio “Versió Rac1”. Eso sí, ya que va a cubrir el evento, ¿por qué no meterse en el casting y aportar algo de cordura a todo este tinglado?

“Estoy emocionado con el cariño de todos. He visto gente normal en el casting. Había jóvenes, pero también gente mayor, los típicos calvetes con cola de caballo. Cincuentones y sesentones tipo Fortu”. No se me ocurre mejor descripción de los asistentes. Unos asistentes que reconocen al divo. Se hacen fotos con él. Y es que Josmar lo petó en los 90 en Catalunya merced al hit single “És Superfort” y a un look transgresor consistente en un tanga, una chupa de cuero con flecos y melena planchada. Muchos creen que después de aquello se esfumó, pero Josmar jamás se fue. Ha sacado discos, participado en programas de radio y creado su propio canal de televisión. No obstante, su pasado como toy boy todavía llama a su ventana cada maldita noche de tormenta. “Jolines, en los 90 era un sex symbol. No, mejor dicho, era un hombre objeto para mujeres y hombres. El tanga y los shorts me han perseguido todos estos años”. Hasta que “Juego de Tronos” entró en su vida . Mejor dicho, hasta que él entró en la vida de “Juego de tronos”.

Josmar pasa las dos rondas de casting. Aunque buscan a gente desnutrida, es aceptado a pesar de su frondosidad carnal. HBO le quiere a muerte. Se nota. “Los del casting me dijeron que ya me conocían. Les habían informado de mi presencia. Se miraban y se reían. Muy simpáticos”. Y le ponen contra las cuerdas, pero Josmar es un showman de la vieja escuela: no dice que no a nada. “Me preguntaron si me importaría teñirme el pelo. ¿Te lo imaginas? He hecho películas, cortos, series, teatro. He hecho de rubio, moreno, soy un artista que no pone pegas a nada. No soy el típico actor con manías que pide Vichy Catalán para beber, me conformo con agua normal. Estoy dispuesto a todo”.

He hecho de rubio, moreno, soy un artista que no pone pegas a nada. No soy el típico actor con manías que pide Vichy Catalán para beber, me conformo con agua normal. Estoy dispuesto a todo.

A estas alturas, el lector habrá dado por hecho que Josmar es fanático de “Juego de Tronos”. Error. En seguida me percato de que si le pregunto por Tyrion me enviará a la farmacia. No ha visto la serie, ni se le espera. “No te puedo decir de qué va. No tengo tiempo para ver la tele. Tengo muchos bolos”. El único de los 5000 participantes del casting que no sabe lo que es “Juego de Tronos” consigue convertirse en lo más comentado del casting de “Juego de tronos”. ¿Se puede ser más Dios?

Lo cierto es que todos sabemos que el autor del nuevo hit single “Will Dance The rock” será uno de los elegidos. Como que hay Dios. Encaja. Tiene hambre de trono. Sería perfecto para efebo de Lord Varys o incluso para ser el líder de una nueva raza, los Josmars: una tribu sanguinaria que va en tanga y cazadora de piel por los bosques de Mantarys. “Estoy esperando la llamada. Es lo único que queda, que me llamen y me digan: contamos contigo”. A un paso de la salvación. Le queremos demasiado en “Juego de Tronos”: es la única carta que le queda a la serie para salvar una sexta temporada necesitada de revulsivos. Gracias al showman gerundense, una cola imposible de reconcentrado de bajeza humana se ha convertido en una fiesta loca y lo que es mejor: “Juego de Tronos” vuelve a interesar. “Hasta los policias se hicieron fotos conmigo. Muy simpáticos. Uno de ellos me dijo que me diera prisa que me esperaban con las botas puestas, que me las pusiera antes de entrar”. No sé lo que significa esta declaración y creo que no quiero saberlo. Me quedo solo con la buena nueva: el tanga, la chupa de cuero y la melena planchada se pondrán de moda en Antigua. Superfort Morghulis.