Tendencias foodie 2016 (o lo que correrá por el tracto digestivo de los modernos este año)

By jueves, enero 21, 2016 0 , , , , Permalink

El foodie está hambriento. Quiere ser una estrella del rock, sabe que estamos viviendo el cénit de su califato, de ahí que en internet haya más noticias sobre comida que granos en las nalgas de Kiko Rivera. Hace apenas diez años era impensable tratar la manduca como una tendencia, como algo cool, pero ahora el postureo exige estar muy al día incluso en el tragar; es obligado seguir los dictados de blogs, páginas especializadas, instagramers y toda esa extraña fauna que revolotea alrededor del plato, cámara en mano. Resulta divertido bucear por las webs foodies y comprobar que en lo referente a la lista de tendencias gastronómicas para el 2016, el 90% de las páginas proponen exactamente los mismos elementos, incluso repiten los mismos textos (traducidos, seguramente, de un artículo madre en inglés del que habrán bebido todos sin vergüenza alguna). Mucho rigor, sí… Rigor mortis. Así pues, he cogido las tendencias gastronómicas que más se repiten y he intentado comprenderlas, aunque solo he podido escupir ironía y chanza a la española. Vaya, que la nación foodie ha hablado, y ha sido difícil aguantarse la risa.

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Comer en bol: Atención, terrícolas, la gran tendencia para el 2016 será comprarse un bol y meter ahí cualquier cosa saludable que se cruce en vuestro camino. Dicen que el bol estrella será el de açaí, una baya brasileña que lo cura todo (menos la tontería). Los hipsters flexitarianos la consumirán como si fuera perico en la boda de un narco. Sí amigos, el mundo foodie ha deliberado arduamente para brindar a sus acólitos la mierda más rompedora del universo, en otras palabras: han cambiado el plato por este cuenco universal. Reconforta ver que varios siglos de evolución nos han llevado a cenar en el mismo recipiente que un perro. No obstante, lo mejor del bol es que cuando acabas de comer, te lo puedes poner en la cabeza y, yo qué sé, decirle a tus colegas hipsters que es la última moda en tema de gorras.

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El Shoronpo: A lo mejor es solo una moda barcelonesa, pero yo también he caído en las redes del shoronpo, es decir, unas pequeñas empanadillas orientales cocinadas al vapor y rellenas de caldo con cositas –foie, jamón, cerdo-. La cosa tiene su gracia, pero en la Condal ha llegado subida a un tsunami de hype que asusta. Uno de los pocos restaurantes de Barcelona que las prepara, el Fan Shoronpo, se ha convertido, hablando en jerga foodie, en un hot spot. He estado ahí, me he sentido moderno, he clavado el palillo en los shoronpos para sorber ese caldito, hasta me he encontrado a los gemelos Torres en el dichoso restaurante. Cuatro palabras bastarán: NO HAY PARA TANTO.

Mocktails: La hipersalud no pasará de moda, y el cinismo gastronómico tampoco: los modernos seguirán comiendo supersano por el día, llenándose la nariz de cocaína por la noche, y aquí paz y después gloria. El asunto es que la obsesión de comer extra healthy está afectando también a un campo al que nunca pensamos que llegaría la conciencia foodie: el cóctel. Muchas publicaciones especializadas apuestan fortísimo por el mocktail, el puto cóctel sin alcohol de toda la vida, con un nombre más molón y algún que otro toque sofisticado que seguramente encarecerá el jarabe hasta lo indecible. El mundo se va a la mierda, ¿es que nadie lo ve?

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Poke: Tacos de atún crudo marinados en soja y sésamo. Llevamos años comiéndolo, podríamos llamarlo de varias formas, pero ahora nos gusta denominarlo poke, que es más guay. Se zampa en bol, para epatar al personal, y es perfecto para marcarte un puntazo exótico, pues estarás reivindicando una de las cocinas que prometen dar la tabarra de forma más insistente en 2016: la gastronomía hawaiana. Como diría Fernando Porres: así nos va.

La no pasta: El carbohidrato es el Risto Mejide del mundo foodie: se cree la hostia en verso, pero la gente cada vez siente más vergüenza ajena de él. La pasta clásica, dicen, tiene los días más contados que Keith Richards. Tanto es así, que todas las webs foodies coinciden en destacar la pasta hecha con verduras como el gran bombazo gastronómico que está por venir. Espaguetis de calabacín. De remolacha. Trampantojos 2.0 en la era superecovegana con todos los elementos de la pasta original, menos un detalle sin importancia: el sabor. En fin, explícale a un siciliano que sus espaguetis all’amatriciana están hechos de pepino y ten por seguro que tu inminente extinción parecerá un accidente.

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Matcha: La nueva cocaína para los radicales de la comida sana. El café es de pobres. El rooibos, para los de Podemos. 2016 será el año del matcha, un té japonés absolutamente delicioso que corre peligro de ser vampirizado por la horda foodie y terminar convertido en un objeto de consumo pop para intensificar postureos necesitados de un boost. Joder, poned #matcha en Instagram y encontraréis más fotos que en #sofamantitaytele.

Comer solo: No me choteo de los lectores, Dios me libre. Lo he leído en muchísimas publicaciones serias. Suena ridículo, pero en 2016 ir a un restaurante en solitario será tendencia. No está mal. Me parece una elegantísima forma de camuflar tu fracaso sentimental, de no perder la dignidad cuando te das cuenta de que ella no va a venir, porque hace una hora que la esperas y te tocará cenar con tu sombra. Al menos, estarás marcando tendencia.

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Tranchetes… ¡de Nocilla! Estamos en plena era de la nanotecnología, fabricamos superordenadores capaces de hacer cálculos divinos, hemos descubierto el bosón de Higgs, ¿y no hemos sido capaces de fabricar tranchetes de chocolate hasta ahora? Cuesta entender que un producto de primera necesidad como éste haya tardado tanto en llegar a nuestros hogares. Eso sí, se acabó el infierno de untar Nocilla en estado pétreo durante el invierno, en una rodaja de pan que termina hecha añicos por el roce. Lo único que reprocho al tranchete de Nocilla es que ya no podremos lamer la costra de cacao que queda en el cuchillo, y eso es como si te dicen que habrá sexo, pero sin mamada.

Pastrami: Dile a un neoyorquino que hemos descubierto el pastrami en el año 2016 después de Cristo y seguramente pegará un par de tiros al aire, antes de reírse de todos tus muertos. Dicen que esta carne se pondrá de moda, que en Barcelona ya tenemos un restaurante especializado en estos sándwiches. En cuestión de meses, los catalanes ya estaremos diciendo que descubrimos el bocata de pastrami antes que esos copiones de Katz’s, como si lo viera.

Celíaco cool: Gluten is the devil. Ser celíaco sin serlo molará en 2016. Los auténticos celíacos seguramente no darán crédito, pero ya no hay vuelta atrás para este sinsentido: en 2016 los foodies emprenderán una cruzada contra el gluten y se sentirán de lo más molones cuando, en las cenas con amigos, solo ellos pidan comida exenta de este elemento diabólico. Si vamos a este paso, en 2017 la radicalización del postureo gastronómico en pro de la esencia llevará a los foodies más rabiosamente cool a pedir lo último en alimentos hipersaludables: ¿me puede poner un plato de comida sin comida, por favor?

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