Los españoles no sabemos dosificar las cosas que funcionan. Un buen día, un publicista, quién sabe si atiborrado de alucinógenos experimentales, decide conjugar música folk saltarina, modelos guapísimas, hipsters torneados, buenrollismo mediterráneo y una playa maravillosa para anunciar Estrella. Mediterráneamente se convierte en mi palabra más odiada, pero España se vuelve loca. La cancioncilla es ...