Nuestra realidad, grosso modo, podría definirse como un pozo de miseria, números rojos, frustraciones y polvos fallidos. Escasean cosa mala los ganadores que se zafan del patetismo existencial generalizado. Por eso, ceremonias escapistas como los Oscars son algo más que un entretenimiento, son una raya de irrealidad directa a la tocha de una masa entristecida ...