Snapchat, ese artefacto llegado de un futuro distópico. Mi cerebro noventero nunca ha asimilado los rudimentos de dicha aplicación; cada vez que intento utilizarla (en balde), se tiende un vínculo de hermanamiento entre un servidor y los simios que braman enloquecidos ante el monolito de 2001 Odisea en el Espacio. Es triste, pero todavía conservo ...