De todos los hits que nos ha dado el verano, ni la riñonera bajo la axila, ni los exabruptos de Trapero, ni los cuervos enfarlopados de Juego de Tronos se acercan a semejante épica. Tan solo el fenómeno Napapijri, acaecido el invierno pasado, es ligeramente equiparable a este brote de gregarismo estético tan repentino, tan ...